Tawar Qhispi*
*Es joven aymara intelectual
autodidacta. Además es pensador e ideólogo del Etnotawantinsuyismo y del Pensamiento
TAWA.
La invasión europea a los
territorios de Abya Yala y al Tawantinsuyu fue el causal del surgimiento de dos
tipos de sociedades confrontadas entre sí. Una sociedad foránea que arribó
desde la Europa occidental y la otra sociedad
tawa establecida históricamente en sus propios territorios. Y a partir de
entonces la sociedad tawantina que fue libre de dominación y opresión, han de
convertirse en esclavos y dominados por la sociedad minoritaria exótica de
Europa. O sea los tawantinos ya no serán libres como en la pre-invasión. En ese
entendido, la condición de vida de los tawantinsuyences pasará a otra condición
de vida colonial.
El proceso del
colonialismo no es pasible, sino que produce un efecto en el actuar, en el
pensar y sobre todo en la manera de vivir de los tawantinos y en consecuencia se
convierten en guerreros y con objetivos diferentes al periodo pre-colonial. Al
respecto, Felipe dirá: “Somos víctimas de una sañuda persecución racial y de la
opresión y explotación en el campo, las minas, fabricas y en las ciudades donde
vendemos nuestro esfuerzo, sudor y dolor humano…”[1].
Es decir, la forma de vida no es propiamente tawantina así como en la pre-colonia,
sino que se ha producido un cambio vivencial. Por ello mismo Fausto dirá: “El
indio es un pueblo oprimido y esclavizado”[2].
Con esto quiere decir que el autóctono desde la colonización hasta el día de
hoy es un ser oprimido, esclavizado y dominado por un grupo de elite blanco
mestizo. Vale decir, el tawa se
encuentra oprimido, esclavizado y dominado; y en consecuencia se vuelve
guerrero o etnotawantinsuyista anti-colonial.
Entonces, el indianismo utilizará
el término indio para dar cuenta de la situación colonial que se encuentran las
y los tawantinos.
Podría haberse utilizado
el término inka, kolla o simplemente aymara, pero estas denominaciones no
expresan una lucha histórica, no expresan una ideología de lucha ni la
condición colonial en lo que nos encontramos hasta el día de hoy. Quizá podría
añadirse con algunos adjetivos de manera que exprese nuestra condición de vida
y nuestra condición de lucha, como por ejemplo: inka colonizado, inka guerrero;
kolla colonizado o kolla guerrero; aymara colonizado o aymara guerrero; quechua
colonizado o quechua guerrero, etc. Como vemos, ninguno de los nombre
identitarios añadidos con adjetivos expresan la unidad y el todo. Por ello, el
único término que puede expresar el fondo de la realidad colonial y al ser
actual, es el denominativo indio. No cabe duda, el término indio no será
eterno, sino que tarde o temprano habremos de liberarnos y juntamente con
nuestra liberación desparecerá este denominativo. Siendo que nuestra condición
colonial no es eterno, sino que un día no muy lejano hallaremos nuestra
libertad y por consiguiente nuestro nombre será un nombre verdadero, un nombre
genuino del Tawantinsuyu.
Los procesos del
colonialismo no han destruido por completo la cultura que posee el etnotawa. Se continúa practicando la
cultura milenaria, el aymara, el quechua y otros. El tawa sigue siendo tawa a
la par que también es indio, por ello Reinaga dice que, el indio sigue siendo
“una gran cultura, cultura milenaria; un gran pueblo, una gran nación”[3].
No por el hecho de que es colonizado, guerrero o indio deja de ser Nación o Qulla, sino que continúa siendo tawa. Es decir, cuando el indianismo
expresa el término indio, se refiere al kolla, al aymara, al quechua y a otras
naciones del Tawantinsuyu. No se refiere a los de la India, así como entienden
algunos intelectuales desde una mirada corta y errónea. Valga aclarar, los
indianistas en ningún momento han mencionado que el indio es contra el aymara o
quechua, como para decir que indio es otro ser, un ser ajeno.
La historia escrita por
los cronistas no hablan de un inka, de un aymara o kolla, sino de un indio y
ese indio es el qulla. El colonizador
ha oprimido y dominado al tawantino y, en este tiempo colonial “nuestro nombre
debe ser la expresión de nuestra condición histórica”[4],
en donde exprese nuestra condición real en que vivimos hasta el día de hoy. De
ahí pues, el indianismo utiliza el término indio para referirse al colonizado y
al ser que se encuentra en guerra desde la colonización.
Por otro lado, Fausto
expresa que el término indio es utilizado para referirse a diversas naciones
del continente tawantino. Si queremos hablar solamente del aymara, del quechua
o de otra nación, se estaría hablando de manera fraccionada o de una parte del
todo. Sin embargo, si se habla del indio se refiere al todo, al tawantinsuyence
(aymara, quechua, uru, guaraní, etc.). Es decir expresa la unidad y la
condición de vida en que se encuentra.
Entonces Reinaga, al
utilizar el término indio en sus diferentes escritos se refiere a diferentes tiempos,
vale decir al presente, al futuro y al pasado. En otras palabras responde a las
siguientes preguntas: ¿Cómo fue el indio? ¿Cómo es, y qué es el indio? y ¿Cómo
debe ser el indio?. Entonces cuando se entiende los conceptos de los tres
momentos y con miradas profundas, no se llegará a decir que es colonial ni
contradictorio, puesto que sólo es cuestión de saber entender con sapiencia.
Finalmente podemos decir
que, la categoría indio tiene significados polisémicos y para entender tales
significados hay que entender al menos desde dos miradas, desde la mirada
colonial y desde la mirada etnotawantinsuyista.
Pero generalmente, los dizque intelectuales descolonizados continuaron
entendiendo desde la mirada colonial y con conceptos coloniales, por ello dicen
fácilmente que el término indio es colonial. Es obvio que cuando se lee con
conceptos coloniales, serán coloniales, pero los indianistas y actualmente los etnotawantinsuyistas ya estamos lejos de
estas categorías conceptuales clásicas y coloniales.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
[1] QUISPE, Felipe (2007). Tupak
Katari vive y vuelve…Carajo. Bolivia: Pachakuti. Pág. 147.
[2] REINAGA, Fausto (2006). Tesis
india. La Paz. Pág. 60.
[3] REINAGA, Fausto (2010). La
revolución india. La Paz. Pág. 54.
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